La derecha hace temblar a Europa
La peor crisis económica que está azotando a Europa ha alimentado a los partidos de derecha extrema, xenófobos y racistas, que desde hace dos años están ascendiendo al poder, diezmando a los socialistas.
Dentro de la Unión Europea (UE) actualmente solo seis países están gobernados por partidos de izquierda, en solitario o en coaliciones, de 27 que conforman el bloque.
Este escenario de "derechización" ha supuesto un aumento en las políticas radicales de diversos partidos en defensa del nacionalismo y la búsqueda de responsables de la actual situación que golpea al Viejo Continente, más aun cuando el anhelado estado de bienestar social se ve amenazado.
El último giro que favoreció a un partido radical se dio en Suecia este fin de semana cuando los demócratas, un pequeño grupo nacionalista de ultraderecha, obtuvieron por primera vez en el Parlamento 20 escaños, por lo que ahora la coalición del premier Fredrik Reinfeldt, que ganó las elecciones, pierde la mayoría absoluta.
El avance de la extrema derecha y del populismo se ha consolidado en Europa: Dinamarca, Holanda, Francia, Suiza, Austria, Hungría, Italia y Bélgica han abierto sus parlamentos para que estas agrupaciones tomen medidas frente al aumento de la inmigración ilegal y apliquen reformas en beneficios de las arcas públicas.
Para los expertos y críticos, una muestra de esta realidad que se está dando en Europa se vio en Francia este mes, cuando el presidente Nicolas Sarkozy ordenó la expulsión de cientos de gitanos y se buscaba suprimir la nacionalidad francesa a los inmigrantes que cometieran delitos.
Fabrice Pothier, director del Carnegie Institute of Europe, advertía en un artículo de análisis de Reuters que diversos gobiernos han estado adoptando políticas de ultraderecha con el objetivo de ganar votos, "conscientes de la rentabilidad electoral que supone el discurso xenófobo o nacionalista en tiempos de crisis y temores".
Para los sin papeles, Europa ya no está luciendo tan atractiva: en 36% cayó en ese continente el número de ilegales en los tres primeros meses del año frente al último trimestre de 2009, revelaba un reporte de la agencia europea Frontex.
Y es que cerca de 20 millones de extranjeros vivían en la UE en 2008, 3,9% de la población total, y las dos comunidades más importantes eran musulmanas: la turca y la marroquí, cita un estudio de la oficina europea de estadísticas Eurostat.
También la creciente lucha contra el islámico radical liderada por Estados Unidos y sus aliados europeos ha dejado como consecuencia la exacerbación del antiislamismo, aprovechado por partidos de extrema derecha.
Un ejemplo de este panorama son las recientes decisiones como la prohibición de utilizar la burka en espacios públicos franceses, aprobada por el Senado; el veto de construir minaretes en Suiza o una legislación que en Italia busca emular lo ocurrido en Francia.
El mayor desafio para los socialistas europeos es lograr que la masa votante no los señale como responsables directos de los agigantados déficits fiscales que los ahoga, y que sus pregonados discursos de unidad, tolerancia e integración no sigan siendo utilizados por populistas de derecha en detrimento de avances sociales.
Dentro de la Unión Europea (UE) actualmente solo seis países están gobernados por partidos de izquierda, en solitario o en coaliciones, de 27 que conforman el bloque.
Este escenario de "derechización" ha supuesto un aumento en las políticas radicales de diversos partidos en defensa del nacionalismo y la búsqueda de responsables de la actual situación que golpea al Viejo Continente, más aun cuando el anhelado estado de bienestar social se ve amenazado.
El último giro que favoreció a un partido radical se dio en Suecia este fin de semana cuando los demócratas, un pequeño grupo nacionalista de ultraderecha, obtuvieron por primera vez en el Parlamento 20 escaños, por lo que ahora la coalición del premier Fredrik Reinfeldt, que ganó las elecciones, pierde la mayoría absoluta.
El avance de la extrema derecha y del populismo se ha consolidado en Europa: Dinamarca, Holanda, Francia, Suiza, Austria, Hungría, Italia y Bélgica han abierto sus parlamentos para que estas agrupaciones tomen medidas frente al aumento de la inmigración ilegal y apliquen reformas en beneficios de las arcas públicas.
Para los expertos y críticos, una muestra de esta realidad que se está dando en Europa se vio en Francia este mes, cuando el presidente Nicolas Sarkozy ordenó la expulsión de cientos de gitanos y se buscaba suprimir la nacionalidad francesa a los inmigrantes que cometieran delitos.
Fabrice Pothier, director del Carnegie Institute of Europe, advertía en un artículo de análisis de Reuters que diversos gobiernos han estado adoptando políticas de ultraderecha con el objetivo de ganar votos, "conscientes de la rentabilidad electoral que supone el discurso xenófobo o nacionalista en tiempos de crisis y temores".
Para los sin papeles, Europa ya no está luciendo tan atractiva: en 36% cayó en ese continente el número de ilegales en los tres primeros meses del año frente al último trimestre de 2009, revelaba un reporte de la agencia europea Frontex.
Y es que cerca de 20 millones de extranjeros vivían en la UE en 2008, 3,9% de la población total, y las dos comunidades más importantes eran musulmanas: la turca y la marroquí, cita un estudio de la oficina europea de estadísticas Eurostat.
También la creciente lucha contra el islámico radical liderada por Estados Unidos y sus aliados europeos ha dejado como consecuencia la exacerbación del antiislamismo, aprovechado por partidos de extrema derecha.
Un ejemplo de este panorama son las recientes decisiones como la prohibición de utilizar la burka en espacios públicos franceses, aprobada por el Senado; el veto de construir minaretes en Suiza o una legislación que en Italia busca emular lo ocurrido en Francia.
El mayor desafio para los socialistas europeos es lograr que la masa votante no los señale como responsables directos de los agigantados déficits fiscales que los ahoga, y que sus pregonados discursos de unidad, tolerancia e integración no sigan siendo utilizados por populistas de derecha en detrimento de avances sociales.
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