La transparencia será el mayor reto en los planes nucleares de Venezuela
Las intensiones de Venezuela de desarrollar energía nuclear no solucionarán a corto plazo el alto déficit energético que sufre el país, y de trabajarse dicho programa con poca transparencia, pueden generarse fuertes tensiones con la comunidad internacional, en tiempos en que se busca frenar la proliferación de armas atómicas.
De cierto modo el gobierno del presidente Hugo Chávez está apostando a que el país se convierta en una verdadera potencia energética mundial, luego de que en 2009 y en lo que va de año, quedó demostrado que ni las enormes inversiones en materia petrolera fueron suficientes para apalear la escasez de luz en gran parte del territorio nacional, generando pérdidas millonarias al Estado.
Rusia acordó el viernes 15 de octubre construir la primera estación de energía nuclear en Venezuela para generar 4.000 megavatios de potencia, con lo que también se refuerza la estrategia del presidente Chávez de consolidar a su gobierno como una potencia no sólo militar sino ahora atómica en América Latina.
El ministro de Electricidad, Alí Rodríguez, recordó que "nuestro plan (el de Venezuela) no sólo abarca el aspecto eléctrico, sino que hay un plan de crear insumos para la salud y otros propósitos pacíficos". Será en un período de diez años que esta inversión genere efectos.
Lo que no se ha informado con claridad es el monto de la inversión, pero el diario El Mundo de Caracas señalaba que según estudios de ingenieros, como Nelson Hernández, especializados en el tema energético, "la inversión estimada para el proyecto de la planta venezolana estaría, aproximadamente, en 3.250 millones de dólares para generar 500 MW".
Las intenciones de Chávez no son nuevas para la historia venezolana. En los años cincuenta, el país tuvo un reactor nuclear de estudio denominado RV1 de apenas 3 megavatios, el cual fue construido en la sede del IVIC, pero fue desmantelado dos décadas más tarde.
El gran objetivo, asegura el gobierno venezolano, es reducir la dependencia energética de los combustibles fósiles --diversificarse-- a pesar de que el país cuenta con la tercera mayor reserva de hidrocarburos del mundo, una realidad por la cual desde el exterior se ha cuestionado al futuro proyecto acusándolo de tener objetivos persuasivos.
En ese sentido, el ex secretario de Estado Norteamericano, Roger F. Noriega, aseguró en septiembre durante una entrevista con CNN en español, que Venezuela desarrollaba un programa de explotación de uranio, en cooperación con Irán, en el estado Bolívar para nutrir a dicho país de este mineral con el fin de que lo utilice en su programa atómico.
El martes, el presidente estadounidense Barack Obama indicó que Venezuela "tiene el derecho a contar con energía nuclear pacífica, pero debe asegurarse de que esos sistemas no se emplean con fines armamentísticos", un comentario que evidenció la "inquietud" de Washington sobre estos planes.
Pero más cerca de Venezuela, el ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobim, dijo que su país no siente ningún tipo alarma por las pretensiones de Caracas.
"No tenemos ninguna preocupación con el programa nuclear ni vemos a Venezuela como alguien que nos pueda agredir", dijo Jobim. "No tenemos ese síndrome de conspiración de que todos aquellos que desarrollan programas nucleares tienen como objetivo desarrollar armas nucleares".
Claridad
Pocos son los detalles que han dado a conocer Moscú y Caracas sobre el convenio, pero recientemente el consorcio ruso Rosatom terminó de construir la primera planta nuclear de Irán, país que está enfrentado con la comunidad internacional la cual advierte que Teherán está desarrollando un programa atómico para elaborar armas de destrucción masiva, acusación que el régimen de los hayatolá desmiente.
No obstante, en febrero de este año, Irán desoyó las advertencias de la comunidad internacional y comenzó a enriquecer uranio al 20%, lo que llevó a que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas le impusiera nuevas sanciones.
Pero en el caso venezolano, la construcción del complejo, posiblemente para un período de diez años según el jefe de Rosatom, Sergei Krijenko, y secundo con las declaraciones del ministro Rodríguez, tendrá que seguir normas internacionales como los de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), así como el Protocolo de No Proliferación de Armas Atómicas, del cual Venezuela es signatario.
Uranio rojo, rojito
Una de estas fuentes de energía atómica para las futuras plantas las produce el uranio. Un reporte del IX Congreso Geológico Venezolano aseguraba que en el país se comenzaron trabajos de exploración de uranio en 1952; se intensificaron en los años 70 con la creación de la Comisión Nacional de Asuntos Nucleares, pero dicho proyecto fue perdiendo fuerza por la disminución del interés en la energía nuclear en la década de los ochenta.
Pero en el convenio firmado, "Rusia va a proveer la materia prima (uranio), así como también la disposición de los desechos se llevarán a Rusia", en Venezuela no se prooverá la explotación, reveló el gobierno venezolano.
Un informe de la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), citando un estudio del IVIC, revelaba que a finales de los setenta, la AIEA le recomendó al gobierno venezolano "la utilización de energía nuclear debido a que sus estudios indicaban que la producción a través de la hidroeléctrica llegaría a un máximo y se estancaría en 1993", con lo que se explica hoy en día parte de la crisis energética que sufre Venezuela, donde el Gobierno se vio en la necesidad de promover cortes eléctricos e importar energía.
El geólogo venezolano Jean Pasquali, recuerda que 30 países operan una o más centrales nucleares y 50 han buscado la asistencia de la AIEA. En esta última lista están Chile, Uruguay y Venezuela. Durante un foro realizado en la Universidad Central de Venezuela, Pasquali advertía que el desarrollo nuclear en el país debía estar condicionado, entre otras cosas, a la estabilidad política.
"Debe primar, refería el experto, un bajo nivel de corrupción, alto grado de estabilidad política, alta calidad e independencia de factores políticos de las instituciones gubernamentales, y sin duda, alto grado de competencia regulatoria".
El citado especialista acotaba también que en Venezuela "existe el personal científico, profesional y técnico" para proceder al estudio y exploración nacional de uranio, una realidad que le permitiría al Gobierno tener mayor maniobrabilidad e independencia a la hora de concretar proyectos como los firmados con Moscú en este campo.
Moda nuclear
En una carta enviada por Pasquali a este blog, el geólogo, a la pregunta de qué opinaba de las declaraciones de Noriega contra Venezuela, éste emplazó al ex diplomático a llevar sus denuncias a instancias internacionales como la AIEA que, de ser ciertas, sería el único organismo internacional autorizado para tomar medidas.
Esta semana Chile y Francia acordaron impulsar una alianza estratégica que incluye el desarrollo de la energía nuclear con fines energéticos en el país suramericano, por lo que el impulso de estas nuevas formas de energía está tomando impulso.
Por el momento --y en papel-- está contemplado que tanto Rusia como Venezuela no desarrollarán armas atómicas. En mayo 2009, en la Gaceta oficial 68.817, se publicó el convenio entre ambos países en materia de energía nuclear con fines pacíficos. El mismo hacía énfasis en la producción industrial de componentes y materiales para uso en reactores nucleares; de radioisótopos y sus aplicaciones en la industria, en la medicina y la agricultura.
Para algunos especialistas en este tema, el desarrollo del programa nuclear contribuirá a que Venezuela tenga mayor independencia energética, pero advierten que de no formarse el capital humano adecuado, los daños pueden ser catastróficos.
Además, debe darse un compromiso por parte del Estado de ser lo más transparente posible a la hora de tratar estos temas: un derrame petróleo en la costa no tiene la misma proporción que una fuga radioactiva.
Pero otros se preocupan porque hoy Venezuela no esté siendo utilizada por Irán para avanzar en su programa atómico como se ha denunciado, lo que sería tan perjudicial como la explosión de una bomba nuclear, pero en la arena política.
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