Túnez hace retumbar a África
Sea por la estridente corrupción, la carestía de los alimentos, el desempleo o la obsesión por aferrarse al poder, la radiografía es similar: naciones con enormes recursos naturales, respaldadas por potencias extranjeras, a pesar de la represión de sus sociedades.
Desde Túnez, donde Ben Alí gobernó por 23 años enriqueciendo a su clan familiar coartando libertades sociales.
En Costa de Marfil, el presidente Laurent Gbagbo, tras 11 años prometiendo dejar el poder, ahora rechaza abandonarlo; y en Argelia, sus habitantes presionando al gobierno de Abdelaziz Buteflika por el desempleo y alza de los alimentos, África está viviendo hoy una revolución social pacífica muy alejada de las grandes matanzas que la han caracterizado.
Argelia y Túnez, dos naciones del norte de África –la primera miembro de la OPEP–, y la otra con una de las economías más avanzadas de esa zona, se han enfrentado al malestar de sus ciudadanos por las mismas razones, pero lo trascendental es que la salida de los Ben Alí del poder es el primer logro de una revuelta popular de corte laicista y en democracia de una nación árabe en los últimos treinta años.
Estas naciones del Magreb, al igual que Mauritania, Sáhara Occidental y Libia, viven bajo el fuerte acoso de sus gobernantes tras los traumas de la descolonización y la posterior represión de sus líderes para mantener una sola voz.
Con varios muertos en las calles, los argelinos lograron la semana pasada que Buteflika anunciara una bajada de los precios de los alimentos, después de que el encarecimiento de esos productos desencadenara disturbios con muertos a cuesta.
Sin ir lejos, en Medio Oriente, los jordanos se están manifestando desde el viernes para protestar –también– por la subida de los precios y pedir la renuncia del Gobierno del primer ministro, Samir Rifai.
La prueba de fuego en una región acosada por el islamismo radical y células terroristas ligadas Al Qaida, ha permito que gobiernos como el de Estados Unidos o la Unión Europea, ignoren la realidad interna de muchos de esos aliados, en beneficio de la lucha común contra los extremistas, pero sus sociedades están obviando ese juego de la política internacional.
Con realidades muy distintas de norte a sur: extrema pobreza, recursos naturales, rivalidades étnicas, África se enfrenta este año 2011 a cuatro elecciones “democráticas” que pondrán a prueba la tolerancia de sus sistemas y líderes a favor de cambios o ajustes.
Sudán, Zimbabue, Egipto y Nigeria, la primera con una elección que decidirá su unidad territorial, acudirán a las urnas para renovar el poder, pero las constantes manifestaciones de la juventud –que puede jugárselas todas en las calles--, se está convirtiendo en una bomba de tiempo que los propios extremistas pueden utilizar para dividir.
Más allá de ese panorama, los radicales han sido controlados desde hace tiempo por las fuerzas tunecinas, y por primera vez en años, África del Norte asiste a una fiesta democrática propia que se puede propagar entre sus vecinos en cuestión de días como el "virus de Túnez".
Foto: Los manifestantes en Túnez, cargan una pancarta que dice "Mentiroso", dirigida hacia el presidente Ben Alí (Efe)
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