Al auxilio de una Cuba sin líderes

Raúl Castro asistió al Congreso con su hermano, una buena forma de ver el malestado en el que está Fidel Castro (Foto/AP)

La escases de nuevos líderes para la conducción de la revolución cubana fue una gran revelación de Raúl Castro al clausurar el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), por lo que esa crisis generacional demostró que el monolítico sistema, que lleva 52 años en el poder, sigue dependiendo de una vieja guardia militar que no siente confianza dentro de su propio círculo para traspasar el control.

Así, por vez primera en muchos años, la dirigencia cubana se sinceró, y no son las amenazas externas las culpables de la crisis, sino que el problema está al interior. "Estamos convencidos de que el principal enemigo que enfrentamos y enfrentaremos -reconocía Raúl este martes ante 1.000 delegados comunistas- serán nuestras propias deficiencias y que por tanto, una tarea de tamaña dimensión para el futuro de la nación, no podrá admitir improvisaciones ni apresuramientos".

La renovación, o mejor dicho, el movimiento de figuras dentro del Buró Político del PCC, donde se asentaron a viejos titanes del triunfo de la revolución de 1959 -una guardia inspirada en las guerras reales e imaginarias de Fidel Castro-, es la que ahora detenta el poder, pero esa "gerontoélite" supera los 70 años de edad, y la renovación de los cuadros de mando es una cuestión urgente, como dijo Raúl, pero que sin duda tomará tiempo.

En Cuba la vida política y social gira sobre el PCC, y con un régimen que aglutina y controla todas las formas de educación del país, surge la inquietud de por qué a estas alturas, luego de cinco décadas bajo el marxismo-leninismo, tanto Raúl como su hermano Fidel, no encuentran líderes que a estas alturas debían estar preparados para gobernar, serían ya "el hombre nuevo" del que hablaba el Che Guevara.


Sin claridad, sin luces
Los Castro y el propio Raúl, no arguyen de las razones de esa realidad, pero "el problema de la falta de relevo -por lo visto- no quiere ser atribuida a ellos, sino a la baja catadura moral de sus herederos, de la terrible agresión imperialista que no les dio tiempo a pensar en la sucesión o de la equivocada injerencia -establecida en la propia constitución de 1976, ¡reformada en 1992!- del Partido Comunista en la Administración pública", escribía el historiador cubano en el exilio Rafael Rojas, buscando explicar las razones de esta "crisis".

Para otros el conflicto de liderazgo es producto de la actual realidad: líderes históricos que se aferraron al poder durante décadas, destruyeron cualquier tipo de iniciativa innovadora al interior del partido o las juventudes comunistas, aplastando la motivación por surgir en parte, por la lucha de fuerzas, y el paternalismo exacerbado del Estado; la inmigración cualificada al exterior, y la ortodoxia fidelista que no permitía sombras a su imagen e influencia, también son razones creíbles.



El hecho de que Castro propusiera la limitación del mando de todos los cargos directivos del partido y la administración a dos períodos de cinco años es una visión congruente con su propuesta de modernización, pero la ratificación de viejas figuras militares va en contrasentido, pero parece ser útil para darle un carácter más militar al sistema, y por ende, más autoritario y represivo para evitar brotes democráticos ante esa ausencia de remplazos calificados.

Raúl fue elegido primer secretario del PCC, esto era de esperarse, pero "el nombramiento del primer vicepresidente José Machado Ventura, con sus 80 años, como segundo Secretario disipa cualquier esperanza de que nuevos talentos se moverán hacia arriba en corto plazo. Peor aún con Ramiro Valdés, de 79 años, el temido exministro del Interior, elevado a la tercera posición en la línea de sucesión", advierte Karina Gutiérrez, investigadora de estudios cubanos de la Universidad de Miami, en Estados Unidos.

Cruzadas y batallas
El objetivo trazado entonces, de deslindar al Estado- Gobierno del partido, será una cruzada que tendrá que llevarse por delante a los inmovilistas refractarios a los cambios. Aclarado el mensaje de que la misión es mantener el socialismo y "no permitir jamás el regreso del régimen capitalista", Cuba entra ahora en una faceta de "democratización a lo Castro", es decir, movimiento de figuras clave; uno que otro derecho económico; el ascenso de negros, mestizos, mulatos y mujeres -evidencia del elevado racismo y exclusión en las cúpulas de poder--, y quizá más liberaciones de opositores.


Con estos pasos y revelaciones del VI congreso, en lo que a política respecta, demostrar que el socialismo cubano a lo Castro avanzó en inclusión -hasta de sus mismos idealista--, es una tarea difícil por más que imposible; lo contradictorio es que hay gobiernos y figuras que aún pregonan que esa forma de poder es un modelo exportador.

Foto:AP

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