El valor de Walid Makled

Makled trasladado por funcionarios policiales colombianos (Efe)

El caso del presunto narcotraficante Walid Makled es una gran prueba para el sistema judicial venezolano; puede terminar afectando no sólo la imagen y sostenibilidad del actual Gobierno  en todo su conjunto, sino también a la propia oposición a un año de las elecciones generales que decidirán el futuro del presidente Hugo Chávez.

Lo que ocurra estas semanas es crucial para las Fuerzas Armadas, las más salpicadas por las denuncias de Makled, que asegura que altos cargos militares le brindaron apoyo para producir, ocultar y exportar cocaína y sus componentes a varios lugares, por lo que la médula espinal de la Revolución Bolivariana podría entonces estar enferma de un cáncer sobre el cual Chávez tendría que, costosamente, aplicar dolorosas incisiones.
No es la primera vez que un sistema monolítico afronta un “narcodesafío” de esta magnitud. El propio Fidel Castro, mentor del chavismo, lo vivió en 1989, cuando tuvo que autorizar, a través de un tribunal militar, el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, un destacado líder de la revolución cubana, por sus nexos con carteles de la droga, y en especial el de Medellín.


Ochoa y tres altos oficiales, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez Valdés, fueron procesados en un juicio sumarísimo por este delito, y como nunca antes, sus juicios fueron televisados.

Aquello, que fue un golpe moral para el propio dictador así como para su círculo, envió un mensaje al interior del sistema para que no se repitiesen tales actos, y puso contra la pared a Castro porque, primero, cedió a las presiones internacionales incluso de EEUU, quien ya le había advertido sobre las actividades de Ochoa y su círculo hacía años, y segundo, porque ocurría en pleno desmoronamiento del campo socialista en Europa.

El presidente Chávez está a un año y medio de las elecciones generales. El caso Makled es el paroxismo de una situación que se ha venido denunciando desde hace cinco años y tomó fuerza en los últimos dos: hay funcionarios poderosos de actual gobierno que estarían apoyando al narcoterrorismo. Las denuncias no solo vienen de Colombia, Estados Unidos, Honduras, sino de otras naciones como México e incluso de la inteligencia británica.

El gobierno de EEUU tiene un cúmulo de pruebas sobre este caso que ha ido almacenando desde 2005 y completó con algunos datos que Walid les suministró en Bogotá durante su estadía previa a la extradición, por lo que Washington espera un “gesto” de acción para ver hasta dónde es capaz de llegar el chavismo con tal de mantenerse.

Si desde Miraflores Chávez, en un acto de soberbia, camaradería o nacionalismo, no depura la revolución de estos supuestos secuaces de Makled apenas delate con las pruebas que dice tener, en los próximos meses el Gobierno verá enlodada su imagen; Venezuela podría contar de nuevo con más funcionarios en la Lista de Narcotraficantes Activos de EEUU –como ocurrió con el exministro Ramón Rodríguez Chacín; Hugo Carvajal, director de la DIM y Henry Rangel Silva, exdirector de la Disip--; y el país estaría más proclive a sanciones y peor aún, a que organizaciones del narcotráfico hagan de Venezuela un real narcosantuario.

Makled en Caracas es preocupante. Primero, porque está en manos de un sistema judicial que luce parcializado, muy politizado, y esto ha sido denunciado por organismos internacionales. Llega a las manos de unos funcionarios donde los militares y agentes del gobierno acusados tienen mucha influencia política y económica, por lo que se teme que se selle un pacto de silencio entre las partes; el narcoempresario se retracte y sea juzgado por delitos menos graves y termine huyendo a algún sitio.

Además, el mediatismo que ha tenido Makled ha sido el de un típico reality show, en el que el entrevistador promete dar la gran noticia de la prensa rosa y todo termina girando en el mismo círculo de acusaciones de “la prueba oculta”. Ha perdido seriedad, más no expectación. Cada vez que nuestro Pablo Escobar criollo amenaza con apagar las estrellas de las Fuerzas Armadas, la oposición se ha mostrado victoriosa y segura, pero lo cierto es que en el caso Makled no solo el chavismo puede estar afectado, sino intereses económicos opositores.

En primer lugar, la supuesta droga que salió de Venezuela transitó por muchos estados venezolanos hasta llegar a Colombia, Honduras e incluso a México. El chavismo no controla los 916.445 kilómetros del país; la producción de estas sustancias implica muchos valores agregados, y si estos narcocargamentos circularon por una ancha geografía, miles de alcabalas, funcionarios, entes, etc, en diversas ciudades tuvieron que ver con esa mercancía. Como dijo el propio Walid… “en esto no estoy solo”.

Si Chávez hace como Castro en 1989, enviará un mensaje de solvencia moral y autoridad con lo que entraría con una bandera en alto para diciembre de 2012, pero si en este juego comienzan a caer también figuras clave de la oposición, el juego se verá trancado y habrá que esperar quién lo destraba y hasta dónde cada una de las partes sacrifica a los suyos con tal de poder salvar el pellejo en la disputada guerra por el control del Palacio de Miraflores.
El presunto narco ya en Venezuela (Efe)

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