Assange lava la imagen de Rafael Correa
La imagen de benefactor que busca labrarse el presidente de Ecuador, Rafael Correa, al conceder asilo diplomático al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, es una contradicción a su vieja forma de actuar con la prensa ecuatoriana, pero a la vez sirve para lavar su imagen de “depredador mediático”.
Correa mantiene una batalla frontal con la prensa privada de Ecuador. Considera que es “víctima de una guerra de mentiras” contra su imagen. Prohibió la publicad oficial en medios privados; demandó a un columnista por emitir opiniones “injuriosas” contra su persona; tiene a varios comunicadores en jaque en condición de asilo por sus amenazas, a la par de que dice defender “el buen proceder por la libertad de expresión de Assange”.
El fundador de WikiLeaks le permite hoy a Correa y su Gobierno mantener en alto el discurso humanista a merced de la honorable condición del asilo. Lo curioso, además del historial de Assange, y lo que significaron las revelaciones de WikiLeaks --que vale la pena recordar no empañaron del todo la imagen del gobernante--, es que dentro y fuera de Ecuador la gente está conciente de la oscuridad en casa y claridad en calle del del mandatario.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa (AP) |
Tanto Ecuador, Venezuela y en su conjunto la ALBA, utilizarán el asilo dado por Ecuador como un puente de lanzamiento para pulir su imagen de “círculo vicioso” contra la prensa libre y crítica. Assange permitirá a Correa, Chávez, Morales y Ortega, blindar sus perfiles en círculos de derecha e izquierda mundial como benefactores y defensores a ultranza de la verdadera libertad de expresión, el humanismo y el antiimperialismo.
No se puede poner en duda que la vida de Julian Assange tiene mucho valor. Reveló los secretos diplomáticos de Estados Unidos, la mayor potencia política y económica del mundo. Y desde que en 2010 se dieron a conocer las filtraciones, Washington no ha frenado sus ataques desde todos los frentes para desarticular WikiLeaks y condenar al australiano.
Ese frente, como un desafío clave a Estados Unidos a favor de la “libertad de expresión”, se puede terminar convirtiendo en el mayor desafío de Ecuador y sus aliados contra la Casa Blanca esgrimiendo los mismos argumentos que ella ha usado durante los últimos años para asilar y dar refugio a políticos, periodistas y civiles que dicen estar huyendo de la persecución política y judicial de Caracas, Quito, Managua o La Paz.
Esta realidad también favorece la razón ecuatoriana, y que se irrespete su decisión de conceder asilo carece de todo fundamento, porque la decisión –soberana--, es también una tradición jurídica latinoamericana y prácticamente universal que nadie puede rebatir, por lo que los países latinoamericanos pueden sumarse a esa defensa creando un frente común.
De nuevo, también, será una prueba a la “unidad latinoamericana” en un conflicto diplomático en que muchos gobiernos salvarán su parte y dejarán a Londres y Quito dialogando sobre este caso.
Todo esto, por el momento, servirá dentro de Ecuador para distraer la agenda nacional de los temas clave pero también sienta un precedente para Correa en su futura relación con la prensa local que de seguro exprimirá los alegatos del mandatario a favor de la libertad de expresión, el humanismo y el respeto, para recibir el mismo trato. No hay excusas.
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