La muerte y justicia del cerdo
El
pobre cerdo, junto a otro de sus parientes, se vio indefenso cuando esta fiera
salvaje brincó sobre él causándole la muerte por la magnitud de las heridas.
Ahora, el puerco sobreviviente, no podrá crecer en la hondura de su granja
rodeado por sus seres queridos ante el temor de algo similar pueda ocurrir de
nuevo. De alguna forma, quizá, el noble animal iba a ser el plato principal de
la cena navideña de sus deudos. Pero el Gobierno hizo justicia en su nombre.
Del
cerdo, todas sus partes son comestibles, lomos y postas, perniles, patas y rodillas,
intestinos, hígado, cabeza, riñones y sesos: la carne se destina también para
embutidos, y con ella se prepara todo tipo de comidas suculentas. La de los
humanos es poco útil para estos menesteres, por eso, quizá, la justicia tarda
en llegar para esta especie.
De
su grasa, adherida al cuero, sale el tocino, que proporciona manteca; la piel
frita y cortada en trozos da los chicharrones ¡Qué rico los chicharrones! Y es
apetecido, bien frito, el cartílago de la cola. Por esta razón, también, la Fiscalía se enorgullece
de presentar la celeridad con que se resolvió el caso como un logro contundente
de la justicia venezolana.
Si
el cuero del cerdo se libra de ser comido, es muy apreciado para la fabricación
de zapatos, bolsos, carteras, billeteras, muebles, cinturones. El pelo, muy
duro, se utiliza en la fabricación de cepillos. El cerdo da para todo, sirve
para muchas cosas, y al contrario de las personas, puede alimentar a familias
enteras durante semanas.
El
hecho de que el Ministerio Público
se enorgullezca de exaltar que los culpables indirectos de la muerte del pobre
cerdo paguen culpa, porque en el país la justicia existe hasta para los
animales, resulta una burla indirecta, aunque no intencional, frente a las
cientos de miles de denuncias por asesinatos que inundan los despachos del
Ministerio Público.
La
triste historia del cerdo apureño ilustra la realidad
macondiana del país, donde hasta el primer semestre de 2013 fueron ingresados más de 2.800 cadáveres en la morgue de Bello Monte, la mayoría con impactos de bala. Sobre la memoria del cerdo se hizo justicia, que esperar ahora que sobre miles de venezolanos se haga cumplir la ley y la impunidad no reine.
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