El quiebre de los congresos autoritarios
La nueva Asamblea Nacional en Venezuela tomará su cargo el 5 de enero de 2016 |
En 2015 se cerrará un ciclo de renovación parlamentaria en varios países, algunos con dictadura. Esto conducirá a un cambio. Los venezolanos enviaron un mensaje
Venezuela estuvo durante los
últimos cinco años gobernada de manera forajida, arbitraria y un tanto vulgar. La Asamblea Nacional del
chavismo se convirtió en un títere de la Presidencia de la República donde
perdió su facultad de legislar, controlar y fiscalizar el funcionamiento del
Estado. Era un adorno.
Este panorama depresivo no
es ajeno a una realidad, al de los gobiernos autocráticos donde la figura del
caudillo como líder supremo, ególatra, es el motor del “Estado yo”.
El caso venezolano no es inédito en cuanto a
dominio de una mayoría parlamentaria irreflexiva y acrítica con los suyos, como tampoco de
los países que se han liberado de ese yugo parlamentario: Myanmar, Egipto, Perú, aunque
tampoco tener la mayoría del legislativo significa que todo cambiará, Zimbabue
lo muestra, y,en el peor de los escenarios Bielorrusia, Turquía o Ucrania.
Con Venezuela se cierra en
2015 el ciclo de rupturas históricas de la hegemonía de un partido gobernando
el Congreso casi de forma absoluta y a veces autoritaria, lo que implica
grandes desafíos y envía mensajes para el cambio.
En noviembre pasado la
premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, ganó una curul en las elecciones del
Parlamento de Myanmar, donde la dictadura militar no pudo frenar a la opositora
Liga Nacional por la Democracia para de esta manera acelerar la transición gracias a las primeras
elecciones libres en dos décadas.
Myanmar, que en los últimos
25 años ha estado controlada por una junta militar, se acerca a una lenta
transición que se iniciará en enero al tomar la oposición la mayoría del
Parlamento. Si bien el país aún reposa bajo el colchón del poder militar del
presidente Thein Sein, las facultades del legislativo permitirán la
reconstrucción de la nación así como la promulgación de leyes en beneficio de
la economía, pero sobre todo, reformar la Constitución.
Con Turquía ocurrió una
situación particular. En junio de 2015, tras 12 años de mayoría absoluta, el
partido del presidente turco Recep Tayip Erdogan, el islamoconservador Partido
Justicia y Desarrollo (AKP) perdió su poder omnímodo cerrando el juego de
mandato único de una sola línea de pensamiento.
Pero en medio de las
tensiones internas con los Kurdos, el impacto de la guerra de Siria, la amenaza
terrorista del Estado Islámico, los turcos volvieron a darle la mayoría
absoluta a Erdogan en noviembre, tras haber convocado elecciones por la
imposibilidad de forma gobierno desde junio.
La historia política de
Zimbabue demuestra como un dictador es capaz de mantener hundido a un país a
merced de retener el poder. Con 31 años gobernando de forma absoluta, Robert
Mugabe, hoy de 91 años de edad, logró que en 2008 las elecciones parlamentarias
terminaran favoreciéndole al reprimir a sus opositores ante el avance del
Movimiento Democrático del Cambio (MDC).
Liderado por Morgan
Tsvamgirai, este partido ha tenido que sortear la violencia política, y, aunque
tiene escaños en el Senado y el Congreso, la mayoría del oficialista Zanu no
les permite avanzar en sus propuestas liberales y progresistas.
La experiencia
Perú vivió durante el
régimen del presidente Alberto Fujimori el período más oscuro de su historia
política y parlamentaria. Mientras que el Congreso le estuvo haciendo contrapeso
al Ejecutivo por su fuerte oposición, el otrora dictador peruano disolvió el
Parlamento con un “autogolpe” del 5 de abril de 1992. Esta medida contra la
oposición en el legislativo y posteriormente contra el Poder Justicia y otras
instituciones abrió paso al autoritarismo, exacerbada corrupción, y represión,
que terminó con la salida de Fujimori tras renunciar “vía fax” el 19 de
noviembre de 2000.
Las diferencias
En Europa la fuerza de un
solo partido ha sostenido en el poder a sus líderes por más de una década, lo
que no ha estado exento de críticas, pero el equilibrio de poderes, el debate
serio y maduro sobre temas clave siempre termina prevaleciendo. Alemania,
España o Reino Unido son ejemplos de
esto.
En noviembre la Canciller
alemana, Angela Merkel, cumplió 10 años en el poder gracias a la mayoría que
mantiene en el Parlamento su poderoso partido Unión Cristianodemócrata (CDU).
Nada extraño en un país bajo sistema parlamentario acostumbrado a gobernantes
con largos períodos. Konrad Adenauer, del CDU, estuvo 14 años en el Gobierno y
Helmut Kohl, también de esta formación, 16.
Así también ocurrió con Margaret Thatcher en
Reino Unido que bajo el manto del Partido Conservador gobernó 11 años, y Felipe
González, en España, con la amplia mayoría del Partido Socialista (PSOE) dirigió
la nación europea por 14 años. Más que ostentar el poder, la clave en cualquier
democracia es negociar, preocuparse por las necesidades de sus votantes, del
pueblo, y no tanto porque el partido se ufane de ser mayoría pensando solo en
sus beneficios y la fuerza de sus políticos muertos.
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