El marzo más histórico
Este mes de marzo es el más trascendental
en lo que va del presente siglo, y si se trata de resaltar el año 2016, que se
diga, también, que es el que más expectativa genera para buena parte del mundo.
Se le dirá en el futuro “el marzo de la historia”. Para muchos, “el del fin de
la historia”.
Por primera vez desde 1928
un presidente de Estados Unidos visitará Cuba. La llegada de Barack Obama a LaHabana, el 21 de marzo, es un acontecimiento que trasciende por las implicaciones
para la política de América Latina y su forma como la primera potencial del
mundo maneja sus relaciones con la región.
Cuando Obama sea recibido
ese día en Cuba por el presidente Raúl Castro, se habrá completado el ciclo de
acercamiento entre dos países enemigos alguna vez, para dar paso a una nueva
forma de relación, ¿o estrategia? cuya meta no deja de ser llevar democracia a
la isla. En sí comienza el fin de Guerra Fría. Entonces ese día en La Habana,
al menos para este lado del mundo, podrá decirse que toda la vecindad se
entiende, conversa y comparte el pan aunque no coman en la misma mesa.
Tan histórico como Obama en
Cuba también será días después, igual en
La Habana, el concierto gratuito que los Rolling Stones ofrecerán para abrirle las
puertas del mundo a una nación donde la legendaria banda británica estuvo
prohibida en el pasado, y miles de cubanos fueron encarcelados por escucharlos
en la clandestinidad.
Los llamados “subversivos
musicales” en la década de los 70 y 80 en pleno frenesí de la revolución
castrista, este 25 de marzo verán sus
almas exorcizadas bajo el guitarrazo de Mick Jagger o Keith Richards. La música
cumplirá su función, liberar y empujar haciendo un llamado a la tolerancia.
En Cuba, además, se negocia
el fin de la fratricida guerra de Colombia, cuyo conflicto armado, con más 200
mil desaparecidos y 50 mil muertos en medio siglo, debe terminarse con la firma
de los acuerdos el 27 de marzo. Si bien la negociación ha tardado dos años y
pasa por nudos obvios de un proceso de paz con muchas dudas, que se haya
escogido una fecha exacta demuestra el compromiso de llevar justicia y secar
los ríos de sangre que aún corren en Colombia.
Lo que comenzó en Colombia
hace cinco décadas como una lucha guerrillera por la tierra y el poder,
inspirados en las corrientes del comunismo soviético bajo sus proclamas de Marx
y Lenin, promete acabar, sino definitivo, al menos con pasos clave, en un
acuerdo de paz que también significará para este país el fin de su propia
Guerra Fría.
A medida que Estados Unidos
se consume en las brasas de la desesperación al ver como el precandidatorepublicano Donald Trump puede ganar la nominación de su partido, las razones
de que la xenofobia o las ofensas del político ganan terreno, será a finales de
este mes que se conocerá si el magnate tiene el respaldo pleno de una sociedad
encolerizada, para competir por la Casa Blanca.
Lo que ocurre en este
momento en Estados Unidos es la consecuencia de años de política xenofóbica
donde los inmigrantes fueron usados como cartilla electoral, para bien o mal;
donde, a pesar de que la segregación racial quedó abolida, en las calles aún se
respira el odio por el color de piel. Con la llegada de Obama al poder ese resentimiento
se vio exacerbado por parte de una minoría blanca ultraconservadora que se
siente traicionada y ahora quiere “justicia”.
El epicentro de los cambios
mundiales comenzará en marzo de 2016. Son sucesos relevantes que pueden
desencadenar transformaciones que por pequeñas o lentas que parezcan ayudarán a
llevar más libertad, compresión y madurez social. Es el principio de lo que
parece el fin.
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