Las venas abiertas se cierran en América Latina
Obama y Chávez en la Cumbre de las América, en 2009 |
El presidente Barack Obama
recibió de la mano de Hugo Chávez una copia del célebre ensayo “Las venasabiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano. La escena en la Cumbre de lasAméricas, de 2009, en la que el presidente venezolano se mostraba como adalid
del “antiamericanismo”, sorprendió a quienes con razón o exageración, atestiguaron
el respaldo de Estados Unidos a las dictaduras del Cono Sur.
En medio de la trasformación
a la que asiste la región frente el voraz acercamiento entre Estados Unidos y
Cuba, parece que Obama comprendió la esencia que la obra de Galeano retrataba
crudamente: como en los últimos dos siglos el “poder imperial” de Reino Unido y
posteriormente EEUU, afectaron América Latina. Que el mandatario haya
reconocido los errores de sus antecesores demuestra un cambio en la forma de
ver la política y el poder desde esa nación hoy en día.
Con el inicio de las
dictaduras de derecha en América del Sur, avaladas por la Casa Blanca en pleno
fervor de la Guerra Fría, miles de personas fueron ajusticiadas y desaparecidas,
en las peores décadas que esta parte del mundo recordará.
Cuando el mandatario
estadounidense llegue a Cuba la retórica del antiamericanismo, del “imperialismo
yanqui”, quedará en el fondo de la historia de los discursos políticos en
América Latina. Desde La Habana, el epicentro de la crítica a Estados Unidos en
la región, se dará por sentado que se abre una nueva etapa en la que las
disputas prometen tener un nivel menos sucio que en la Guerra Fría, y el
comercio tendrá un valor fundamental para acelerar los cambios.
La relación de Estados
Unidos con América Latina chocaba en Cuba. La política de la Casa Blanca de querer
aislar al régimen de la isla terminó impulsando su imagen de “bastión imperial”
que, con la llegada de Hugo Chávez al poder, y las posteriores intervenciones
en Irak y Afganistán con George Bush en la Casa Blanca, incrementaron las
críticas y el recelo hacia la primera potencia del mundo.
Hugo Chávez no está en el
poder, Bush tampoco, y sus dos guerras terminaron, por lo que era necesario mejorar
la imagen que Estados Unidos tenía en la región, pero ahora bajo una relación
de respeto e iguales entre todos los países. Primero, es urgente por el ascenso
de China en sus relaciones comerciales; el interés de Rusia por abrirse paso
fuera de su área de influencia, y tercero, la única forma de que se logre
influir con equilibrio entre democracia y negocios es que la retórica del
pasado quede enterrada.
La visita a
Argentina del mandatario, el martes, un país que sufrió demasiado por la doctrina anticomunista
de la Casa Blanca, que consintió la
dictadura militar, marcará un cierre de ese ciclo de la Guerra Fría en la
óptica de los asesores estadounidenses. Obama prometió desclasificar los
archivos de la dictadura con lo que busca claridad y transparencia. Ese gesto
catalizará las posturas más radicales y permitirá comprender lo que realmente sucedió.
Estados Unidos continúa siendo para la mayoría de los
países de Latinoamérica el mayor socio comercial. Si bien China se convirtió en
el primer prestamista de la región, los latinos continúan viendo como ideal el
modelo de sociedad estadounidense. Pocos o quizá nadie quiere parecerse a los chinos o
rusos, menos a los japoneses. La emigración sigue apuntando a Norteamérica,
pero la realidad es que un conjunto de naciones se sienten libres, están
encaminadas al respeto de la democracia y libre mercado. No quieren más injerencia.
Mientras Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador flotan
en un mar de capitalismo el discurso agorero de la “invasión yanqui” ya no cala
en sus pueblos. A la espera del papel que tomarán estos países en los discursos
de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, una retórica violenta
servirá para tapar vacíos de las realidades nacionales en esos gobiernos, pero
atrás quedaron los discursos de amenaza de cortar la venta de petróleo o el
comercio. Hay una transformación marcada por pragmatismo que Obama dejará como legado hacia su "patio trasero".
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