Lo que un latino debe entender del triunfo de Donald Trump
1) La sociedad estadounidense lleva varios años
expresando su hartazgo hacia la clase política tradicional que se ha repartido
el poder. Esto se traduce en las grandes familias, ricas en su mayoría,
relacionadas con la banca, las multinacionales, responsables en parte de la
crisis financiera que vivió el país en 2008, y que mató millones de empleos. Donald Trump rompió el esquema tradicional de fuerza y no se le relacionaba con esos grupos de poder, a pesar de ser un multimillonario de bienes raíces.
2)
Para un extranjero salido de un empobrecido
barrio de Tegucigalpa o la insegura Caracas el sueño americano se traduce, en
un principio, a una paga en muchos casos de 8 dólares la hora de trabajo ilegal
(demasiado en comparación a la media de sus países), la oportunidad de adquirir
un vehículo o ahorrar unos cientos de dólares para enviar a sus casas. Pero para
un importante sector de la sociedad estadounidense “el sueño americano” es cada
vez más difícil de cumplir, a diferencia de lo que vivieron sus padres o
abuelos.
3)
Es cierto que Estados Unidos es una nación
nacida y surgida gracias a los inmigrantes; también es real que los latinos son
una mayoría, casi 56 millones, y que su influencia es incuestionable, pero esta
nación sigue siendo de mayoría blanca y son ellos al fin de cuentas los que
impulsan las victorias.
4) En estas elecciones dos tercios (67%) de los
blancos no universitarios respaldaron a Donald Trump, en comparación con sólo 28%
que apoyó a Hillary Clinton, según el Centro Pew, y es este segmente de la
sociedad estadounidense la que siente que su vida se estanca, que la bandera
del comercio mundial los aplasta y que entienden el concepto de progreso de
forma distinta, pues no solo es un asunto de dinero sino moral y religioso.
5) El magnate supo enfocar su discurso hacia las
necesidades y demandas de esa clase obrera blanca, una gran mayoría sin
estudios, provenientes de importantes zonas rurales del cinturón industrial del
país que perdieron sus empleos por la globalización, el cierre de fábricas, o
el éxodo de industrias a otras nacionales con mano de obra barata.
6) El 66% de la población blanca no es de origen latino o hispano. Los
estadounidenses blancos componen la mayoría racial en todas las regiones y
alcanzan el mayor porcentaje de la población en el Medio Oeste de Estados Unidos: 85%, según el Population Estimates Program (PEP).
7) Desde los ataques del 11 de septiembre, y últimamente la
cadena de atentados en Europa por parte de musulmanes radicales vinculados al
terrorismo, los estadounidenses ven con recelos a los musulmanes en un choque
cultural sobre valores de vida que cada vez es más marcado. El mensaje de Trump
de impedir el ingreso de musulmanes al país busca dar respuesta a esos miedos y
la gente voto a favor por eso.
8) Los tratados de libre comercio que tanto promueve Estados
Unidos por el mundo efectivamente destruyeron millones de empleos en el país,
pero es el ascenso de China, la mano de obra barata en Asia o los bajos costo
de producción en México los que en realidad lastraron industrias
estadounidenses. Que el magnate ofreciera al menos “revisar o acabar” con esos
acuerdos como forma de respuesta a esa crisis, era lo que una media del país
quería escuchar.
9) Estados Unidos es una
potencia, sin duda, pero su gasto militar, de 600 mil millones de dólares
anuales promedio, es una enorme carga para los contribuyentes. Trump nunca cuestionó
que su país dejara a un lado la supremacía militar, pero sí que sus gastos en la
defensa de otras naciones debía revisarse. “Ellos tienen que pagar, por qué si
Japón es un país muy rico no aportan algo al enorme gasto en defensa” soltó una
vez el magnate.
10) Durante la campaña el
magnate fue reiterativo en sus argumentos. Redundante en todo caso, pero ese
hecho terminó siendo su mejor arma política. Sentó su mensaje. En los tres
debates presidenciales Trump se mostraba repetitivo con sus acusaciones contra
Clinton y se enorgullecía de haber visitado pequeños poblados en estados clave
golpeados por “la globalización”. Terminó siendo cierto en varios aspectos de
sus discursos, como sentenció Joseph Goebbels, que “una mentira dicha mil veces
se hace verdad”.
11) Estados Unidos es una
país con marcada diversidad racial, social, pero también moralista, sigue
siendo en el fondo un país conservador
que asiste con reserva y un tanto atónita a las reformas a favor del matrimonio
homosexual, la tasa de natalidad elevada de los latinos, e incluso la secularización
de la sociedad. Trump prometía volver a “Make America Great Again (hacer
nuevamente grande a EEUU), lo que se tradujo para muchos en retomar una senda
conservadora, nacionalista.
12) Trump hablaba de
deportar a 11 millones de indocumentados. Esto suena exagerado y hasta
imposible, pero buena parte de sus votantes y una media de la sociedad
estadounidense considera que la inmigración ilegal es un lastre. Por eso su
discurso, sus propuestas, iban dirigidas a ese público que anhela cambios.
13) Esta nación tiene un poderoso sistema de controles entre
instituciones, mecanismos judiciales y políticos que pueden echar para atrás
cualquier desmadre que la “Administración
Trump” quiera ejecutar. El juicio político, el poder de veto, las
investigaciones independientes de la prensa o los ciudadanos, son instrumentos
que el nuevo presidente debe tomar en cuenta partir de ahora. Nada para Donald
Trump será fácil desde el 20 de enero.
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