Venezuela lanza una prueba de legitimidad al mundo
El Poder Judicial ha declarado al Parlamento en desacato desde 2015 (Archivo) |
Dentro de poco, o si no es ya el caso, Venezuela estará
dividida en varias repúblicas. La primera, la que regenta el presidente Nicolás
Maduro, investido legalmente como Jefe de Estado, y la otra, que representa la
Asamblea Nacional, de mayoría opositora, también, con legitimidad
constitucional.
Allí los problemas.
En estos momentos la situación de Venezuela es compleja para
la comunidad internacional. Primero, porque Maduro ha querido restarle legitimidad
a la oposición en el Parlamento utilizando a un Poder Judicial que actúa a su
merced, y segundo, porque ese mismo
poder fue conformado violando las leyes. En síntesis, es espurio.
A medida que pasan los días y el enfrentamiento de poderes
se agudiza, ya existen dos fiscales generales; 33 nuevos magistrados frente a
los 33 existentes y designados por el parlamento chavista que dejó el poder en
2015. Con esto la comunidad internacional debe decidir a quién reconoce como genuina
autoridad.
Los nuevos magistrados juramentándose (AN) |
Partiendo de este hecho, si un grupo de países de la región
decide desconocer la supuesta autoridad del Poder Judicial, porque su
nombramiento fue viciado (sus jueces no cumplen los requisitos, se hizo de
forma abrupta, etc.) y sus medidas por ende son ilegítimas, Maduro quedará
letalmente herido y con ello el chavismo a poco de salir del poder.
Que la oposición se atreva a formar un “Gobierno de Unidad
Nacional” queriendo emular el caso de Libia, que en medio de la guerra civil
contra Muamar Gadafi, fue reconocido como legítima autoridad del país por un
puñado de naciones, entre ellos las potencias de Europa, y Estados Unidos,
sería no tanto un suicidio, sino un error, conforme aún Maduro reviste de
legitimidad como presidente, al menos antes de ser destituido.
Gadafi pronuncia un discurso en la ONU (Archivo) |
Allí el problema esencial de Venezuela que Maduro y el chavismo
radical dejaron germinar: al haber querido restar poder a la oposición, por
el contrario, acabó con sus miedos y saben que puede ganar porque ya no hay más
espacio para la trampa.
Los gobiernos de la región deberían dar este paso decisivo y
unirse en reconocer a las autoridades “reales” del país dejando de lado lo que
haya decidido el espurio Poder Judicial, sería una forma de demostrar un
respeto por la institucionalidad en lo que significa esto para la buena salud
de un Estado.
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