Una compleja situación sin embajadas en Caracas y Washington
El panorama
de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela luce más turbulento a medida
que pasan los días.
Sin las
embajadas de ambos países operando en Washington y Caracas será complejo tratar
asuntos bilaterales clave, como la atención a los nacionales o la emisión de
visados. Pero en el caso estadounidense la mayor pérdida es no estar en el
terreno en una coyuntura clave como la actual.
El gobierno
estadounidense negó que hubiese estado negociando el establecimiento de una
Oficina de Intereses en remplazo de su embajada en Venezuela, como dijo Nicolás
Maduro a principios de febrero.
Tras el anuncio de la ruptura de
relaciones diplomáticas, el 23 de enero de 2019, se dio un lapso de 72 horas
para que los funcionarios de Estados Unidos se marcharan del país, pero pasaron
más de 1000 horas (mes y medio) hasta que se concretó la salida este 13 de
marzo.
El
secretario de Estado Mike Pompeo, dijo ese día que el retiro completo del
personal se debía “al deterioro de la situación en Venezuela, así como la
conclusión de que la presencia del personal diplomático en la embajada se ha
vuelto una limitación para la política estadounidense”.
El pasado 24
de enero, Pompeo ordenó la salida del personal no esencial de la legación, por
lo que el número de funcionarios en Caracas era para realizar actividades
específicas y de importancia. Hasta 2015 la embajada contaba con un centenar de
diplomáticos a la par de unos 800 agentes locales que se encargan de las
operaciones rutinarias.
De no
encontrar una solución a corto plazo con esta situación, en la que se da un
conflicto de legitimidad (EEUU no reconoce a Maduro como gobernante, pero sí a
Juan Guaidó), el Departamento de Estado se verá en la obligación de mantener su
embajada en Bogotá como concurrente con Caracas. En el peor de los escenarios,
tendrá que tomar a un tercer país como representante de sus intereses y
nacionales en Venezuela.
Una
situación similar a lo que vivió Israel en 2006, cuando el presidente Hugo
Chávez decidió romper relaciones y el Estado hebreo fue representado por
la embajada de Canadá en Caracas en lo que se refiere a asuntos de visa y
asistencia a nacionales israelíes.
El asunto,
sin embargo, es hasta complejo en ese caso para los estadounidenses. Un grueso
de los gobiernos latinoamericanos no reconoce a Maduro, no tienen embajador en
Caracas y sus operaciones e infraestructura no cumplen ciertos requisitos clave
para manejar asuntos de la primera potencia económica del mundo y primer socio
comercial de Venezuela.
El Departamento
de Estado trasladó las diligencias de visa para venezolanos a la embajada
estadounidense en Bogotá, una piedra más en el camino para miles de ciudadanos
de ese país que tienen limitaciones para salir de Venezuela. Sin embargo, en
los últimos cuatro años viene descendiendo la concesión de visas a venezolanos,
cayendo a un mínimo histórico en 2018.
Si en 2015
los EEUU concedió 237.926 Visas No Inmigrantes a ciudadanos de Venezuela, la
cifra más alta en los últimos 10 años, para 2018 la emisión cayó a 28.540
(88%) el peor dato en una década, muestran cifras del Departamento de Estado.
Si la falta
de personal diplomático para ejecutar los procesos, por motivos de visado
oficial, fue uno de los primeros motivos que se dieron para la restricción de
las citas, a partir de 2017 la embajada endureció el otorgamiento de visas
donde solo ese año concedieron 56.720.
La legación
de los Estados Unidos en Venezuela se elevó al rango de Embajada en 1939. Frank
P. Corrigan se convirtió en el primer Embajador de los Estadounidense en
Venezuela, y justo en 2019, cuando se cumplirán 80 años de este acontecimiento
ambos países no tienen embajador desde hace un lustro y ahora embajada.
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