La crisis financiera traiciona a las ideologías


Los recientes ajustes económicos anunciados por varios gobernantes latinoamericanos demuestra la profunda necesidad por aplicar cambios, incluso desprendiéndose de convicciones políticas, para optar por la ortodoxia de los mercados y el pragmatismo para crecer.


Mientras en Cuba Raúl Castro emprende medidas para hacer eficiente la economía con mayor presencia privada, en Brasil hay acciones para contener el gasto público y en Uruguay José Mujica llama a una mayor relación entre el empresariado y el Estado, en países como Venezuela, Bolivia o Nicaragua, ocurre lo contrario.


Para una muestra, en 2015 un 50% de los cinco millones de trabajadores cubanos podrían laborar en el sector privado, tras una reforma que elimina subvenciones, la libreta de alimentación e incentiva el negocio privado, en un país donde la economía está controlada en más de 90% por el Estado.


De esta manera el sueño y el ideal del "Estado paternalista" está comenzando a retroceder en algunos gobiernos de la región, mientras en otros continúan acentuándose con fuerza.

Como suscribía en un reportaje de estas líneas en El Universal del nueve de enero, "la crisis financiera internacional ha traicionado a las ideologías". La urgente necesidad de aumentar impuestos, suprimir beneficios sociales o reducir subsidios para no hundirse siguen generando malestar social, pero también temor entre las clases políticas gobernantes, de izquierda o de derecha.

A comienzos de 2011, el presidente Evo Morales aumentó el precio de los combustibles en Bolivia en 83% ante lo insostenible que se hacen las subvenciones, un subidón que hubiese hecho titubear al dirigente más socialista del mundo.

En 2005 el Gobierno destinaba 100 millones de dólares al subsidio de los combustibles, y en 2010 se elevó a 380 millones. El barril de petróleo, que cuesta 90$ en el mercado internacional, en ese país está a 27$.


El malestar en las calles por el aumento le obligó a derogar la medida y reconocer desde ya la necesidad de aplicar reformas. Incluso sus propios aliados consideraron el ajuste como "una traición a sus ideales de izquierda y justicia social".

Morales se vio "traicionado" por la lógica de los mercados y la economía, más que por conspiraciones del capitalismo.

En un Gobierno que sustenta su apoyo en las excesivas subvenciones, la decisión, criticada y alabada por varios sectores, fue vista como una receta radical, pero necesaria.

En Brasil se informó el 5 de enero que Dilma Rousseff recurrirá al sector privado para resolver el urgente problema de infraestructura bajo la gran responsabilidad de alistar a su país para los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol. La mandataria prometió una revisión del gasto público con reformas impositivas a analizar.  Y es interesante recordar que Luiz Inácio Lula da Silva entregó gobierno en 2010 con 7,6% de crecimiento.

Me comentaba el economista argentino, Gabriel Caamaño en una entrevista que le hice, que a diferencia de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina el esquema de política económica brasilera "no ha distorsionado los precios relativos de la economía vía imposición de derechos de exportación, mecanismos de fijación de los precios en el mercado local y/o esquemas de subsidio a la oferta de bienes de consumo interno. Tampoco han intervenido en el mercado cambiario fijando paridades o generando esquemas de tipo de cambio múltiple". Todo ha sido muy liberal.


Por otro lado, en Uruguay, el presidente izquierdista y ex guerrillero José Mujica insiste en su idea de fomentar las inversiones privadas para reimpulsar la economía, una política de su antecesor Tabaré Vázquez. La decisión del mandatario generó malestar en sectores más radicales de su propia línea, aunque al grueso de la ciudadanía uruguaya no le haya asombrado la apertura del mandatario.

Argentina, un país que vivió en los años 90 una profunda crisis por el exceso de privatizaciones, hoy sufre, entre otras cosas, la inconsistencia de la política energética del gobierno de Cristiana Fernández de Kirchner, que congelando tarifas desalentó la inversión privada disparando déficit y apagones.

La noticia ante la realidad boliviana, argentina e incluso venezolana es una sola: "el modelo bolivariano está agotado", concluía Carlos Pagni, analista político argentino en una columna del diario La Nación

Ninguna economía puede funcionar correctamente en un contexto de convulsión social. Con lo cual, lo más recomendable es que las medidas sean implementadas en un contexto de consenso y aceptación por la mayor parte de la sociedad. Por eso, es mejor encararlas a tiempo de forma de poder aplicarlas de manera gradual. Pero eso no se hizo y ahora el problema es bastante más grande.

Hay una bomba de tiempo activadad, pero se tiene que reconocer que la crisis de los mercados internacionales de EEUU y Europa ha sido la gran responsable de "acelerar" la detonación de estos problemas que se están viviendo en la región, sumándose al pésimo manejo de las finanzas y de sus gobiernos los líderes prometedores del cielo en la Tierra.

Foto: Presidencia de Argentina. Cumbre de Mercosur.

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