¿La humanización de Chávez?

El presidente Chávez en la juramentación de miembros de su partido en Caracas (ABN)
 Lejos del apego profesado a la idea de que el presidente Hugo Chávez es una figura endiosada, incólume, sus palabras y reflexiones desde Cuba, en las que revelaba con un tono de derrota una penosa enfermedad, tambalea los cimiento imaginativos no solo de sus seguidores sino de quienes lo adversan.

Chávez este jueves demostró su verdadera humanidad, y como tantos líderes políticos del mundo que han padecido un cáncer, en el fondo la angustia del Presidente parece ir más allá de su propia salud, y se concentra sobre el sistema que él ha construido, que sabe, es incapaz de controlarse y crecer por sí misma, porque el chavismo es llanamente Chávez.

Endiosado, un político incansable que ha luchado por sus propios objetivos sin atisbar a los lados, se ve sorprendido, angustiado. Incluso con excesivo miedo. Sansón ha quedado sin su película, y como el héroe mitológico fuera de la imaginación, ha tocado tierra y sabe que ha llegado el momento de descansar, pero, sobre todo, de pensar qué ocurre si no puede continuar.

Para su satisfacción y desgracia, el propio Presidente, de 56 años, debió darse cuenta de dos realidades lastimeras para la propia sociedad venezolana: la primera, que la oposición carece de una figura contundente que le haga sombra y sea capaz de articular su ausencia. En tono más claro, aprovecharse de la situación. En solo tres semanas de ausencia, hubo motines carcelarios y con los rumores de su enfermedad ensombreciendo la realidad del país, la oposición no tenía un discurso claro, definido, se dejaba llevar por el diarismo. Triunfó Chávez en su misión: divide y vencerás.

Por otro lado, el Jefe de Estado, y por lo menos ante la opinión pública mundial, demostró que en su proceso él y solo él es el líder, nadie osa a suplantarlo, ni quiera asomarlo, porque lo percibe como traición. Pero eso es un grave error, y lo es, porque el chavismo está en cierne, la revolución bolivariana no ha madurado, y por ello su gestor anda angustiado. Hay una crisis de liderazgo poderosísima en ambos espectros de la política venezolana.

¿Quién puede ser más chavista que Chávez? Hablando de ese remplazo que genera repelús, suenan figuras de la entera confianza del Presidente como su propio vicepresidente Elías Jagua, pero no tiene un ápice de carisma. Sube el canciller Nicolás Maduro, un personaje de entero apego al Jefe de Estado y quien a lo largo de los años ha construido la diplomacia bolivariana.

Ni hablar del propio el exgobernador del estado Miranda y diputado, Diosdado Cabello, a quien el Gobierno le ha ocultado más de cien denuncias de corrupción durante sus gestiones y en el golpe de estado de 2002, surgió como un adalid del "proceso" en esos momentos aciagos. La figura de Rafael Ramírez, un tecnócrata que ha conducido las riendas de Pdvsa, es visto como un "político" capaz de manejar tras bastidores la revolución, pero como Jagua, carece de una sonrisa comercial. Y sin duda, la expresidenta del Parlamento, Cilia Flores, a quien el propio Chávez admira y expresa su más alta estima, flota como un alfil en el alto tablero de confianza de la revolución.

Con unas elecciones a las puertas de 2012 la salud de Chávez corre el riesgo de desgastarse si no guarda el reposo necesario. Presidentes como el de Paraguay, o el premier israelí Ehud Olmert, o la propia Eva Perón, jamás se comparan con el tren de vida de Hugo. Y es que él vendió esa imagen mítica de hombre poderoso, incólume, y ahora tiene que acarrear esa consecuencia.

De mejorarse, y esperemos que así sea, esto ha sido una prueba de fuego que nadie pudo pasar. Ahora sí Venezuela debe entrar en una verdadera etapa de introspección y madurez política con el curso de los acontecimientos. De seguro Chávez transformará esto en una nueva batalla personal y así lo ha hecho saber. Si vence, no habrá duda de su triunfo en 2012. A partir de este momento puede que el nerviosismo lleve al chavismo a radicalizarse y caer en el desespero, lo que podría erosionar aún más a un proceso sin su líder en cuerpo presente. Ya el asunto entonces no es un personaje, es la estabilidad de un país.

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