Peores que Irak (de nuevo)

Un niño afgano sostiene globos en una calle de Kabul (AP)
Las cifras de violencia en Irak registraron en el mes de septiembre su segundo saldo de víctimas más bajo en lo que va de año con un total oficial de 185 muertos. Caracas superó las 200 muertes violentas.

A la vorágine de la guerra de Irak, por decirlo fríamente, se le consienten cifras de muertes violentas de cualquier magnitud. Golpeada por una férrea dictadura, la de Sadam Husseim. Invadida por una potencia extranjera en 2003, el conflicto sigue dejando cadáveres desperdigados con familias enlutadas a diario. El soundtrack de una guerra son metralletas y sirenas de ambulancias perdidas, pero lo que cambia aquí, es que la misma película se rueda en Venezuela, pero con otro escenario.

Las cifras de violencia en Irak registraron en el mes de septiembre su segundo saldo de víctimas más bajo en lo que va de año con un total oficial de 185 muertos, revelaba un reporte de los Ministerios del Interior y de Sanidad de ese país, cotejados por la agencia de prensa Efe. Solo Caracas casi duplica esa cantidad hasta el mes pasado.

Según datos extraoficiales obtenidos bajo condición de anonimato, más de 270 cuerpos “con impactos de bala” entraron “exclusivamente” a la Morgue de Bello Monte, en Caracas, lo que casi supera la cifra oficial global de muertes violentas de Irak en el mes de septiembre.

El mes de junio fue el más sangriento en Irak, con 271 iraquíes asesinados y 15 soldados de Estados Unidos fallecidos, sostiene el breve parte de guerra. Un combinado de los datos no oficiales de enero a junio en Venezuela revela que muy lejos de esa nación en guerra, este país resulta veinte veces más violento que la Irak de bombas, terroristas y talibanes.

Un reportaje publicado en El Universal, citando fuentes del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), indicaba que “de enero a junio de 2011 enlutaron en Venezuela 8.839 hogares”.

“Según fuentes del Cicpc, ése es el número de homicidios ocurridos desde enero hasta junio en todo el territorio nacional, es decir, un promedio de 48 cada día y de al menos dos asesinados por hora. Se trata de una tasa estimada de 33 caídos por cada 100 mil habitantes durante el primer semestre”, publicaba el periódico en agosto.

Esa estadística violenta es mucho mayor que el de la ciudad de Río de Janeiro –que tampoco vive en guerra, vale la pena resaltar--, la cual registró 3.088 muertes violentas entre enero y julio de este año, siendo este el “mejor resultado” para ese período desde el año 2000, destacaba el propio Gobierno regional, citado por la agencia Efe.

Concretamente la cifra de muertes violentas cayó un 13,2% con respecto al año pasado, cuando en el mismo período se contabilizaron 3.559 homicidios, según los datos del Instituto de Seguridad Pública de Río de Janeiro.

Si se toma en cuenta que la nación árabe tiene 32.665.000 habitantes, según estimaciones para 2011 de la ONU, y Venezuela 29.408.252, como muestra el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) hasta el 17 de octubre, la violencia per cápita en Venezuela es alarmante.

Un verano púrpura
Si para los iraquíes el mes de junio fue el más sangriento (con 271 personas asesinadas y 15 soldados de Estados Unidos) es dantesco resaltar que solo Caracas rebasó ese dato oficial. “Según el reporte de la policía científica, de enero a junio murieron 1.427 caraqueños; de esos, 58 eran policías. Se trata de una tasa de 44 por cada 100 mil habitantes”.

En este caso, en el mes de septiembre 82 uniformados iraquíes resultaron heridos en varios ataques terroristas, pero la cifra de asesinados en lo que va de año no supera los 30, cuando en Venezuela en seis meses murieron 58, solo en Caracas, indicaba el reporte periodístico.

De alguna manera nuestra propia guerra fratricida sigue llevando la delantera. Como en Irak, la violencia en Venezuela sigue rompiendo “expectativas”. Sin que se considere que existe una “guerra contra algo”: la “guerra contra el narcotráfico, guerrillas o paramilitares”, la violencia como reflejo de la anarquía e impunidad, agota.

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