¡Ánimo España!



Miles de españoles durante las protestas el miércoles 18 de julio (Reuters)

Con la crisis en pleno andar, los españoles deben comenzar a exigir la mayor "transparencia" a su Gobierno.


Hace menos de cinco años España seguía siendo el Paraíso Terrenal para millones de extranjeros que se sentían desahuciados en sus país por la crisis económica y la falta de esperanzas. Lo sorprendente es que el panorama ha cambiado por completo, y ahora son los españoles los que huyen en busca de la salvación. Esta crisis traerá lecciones.

España estuvo viviendo demasiado tiempo por encima de sus posibilidades y ahora hay que pagar las facturas de la fiesta. Las medidas de austeridad agravan las cosas, y como ocurrió en su momento en Venezuela, los españoles tienen su “viernes negro” cada semana, pero no hay más remedio que aceptar las reformas porque simplemente ya nadie quiere prestarle dinero a España para que siga gastándolo en elefantes blancos.


Con la crisis en pleno andar, los españoles deben comenzar a exigir la mayor "transparencia" a su Gobierno. Que cada una de las decisiones tomadas se conozcan con la mayor exactitud para saber hacia dónde apuntan los cambios. De no cumplirse este principio, pasará como en América Latina en los ochos ochenta, que con la mayor crisis en su historia económica, hasta postrimerías de los noventa seguían surgiendo "deudas pasadas".

Tras esos ajustes, y pasada la crisis, que se estima sea en tres años, la sociedad española que surgirá será más austera, competitiva y sobre todo, creativa, porque las crisis disparan en ingenio. Se darán cuenta de que el preciado Estado de Bienestar social que tanto alababan era eso: exagerado a merced de la comodidad. Pero mientras los cambios se acentúan necesitan ánimo, fuerza y entereza, no queda más remedio. América Latina es un ejemplo.

Asolada por dictaduras, corrupción, invasiones extranjeras, guerrillas, paramilitares, narcotráfico, nepotismo, comunismo, capitalismo, todo un experimento de las ciencias sociales, América Latina y sus ciudadanos –los latinos--, supieron enfrentarse a las vicisitudes esperanzados en que algo bueno tiene y debe venir; que no todas las cosas pueden y tiene que ser negativas. Las cosas buenas tardan en llegar, cuestan mucho, pero hay que luchar.


Otra de las protestas en Madrid este miércoles 18 de julio (AFP)
España no está sola, tiene el abrigo de las economías más poderosas del mundo dentro de la Unión Europea para salvarse. Tienen un proyecto político común que permite a miles de sus ciudadanos emigrar a otros destinos del bloque en busca de la salvación (mejor trabajo) y sin problemas de ser llamados “ilegales” o “sinpapeles”. La diferencia es que las pateras llegan ahora por el aire y en carro desde Madrid, Albacete o Barcelona.

Las nuevas generaciones de españoles de estas últimas dos décadas sabrán, como sus antepasados, que reconstruir un país no es fácil; que si la gente salía de su tierra no era por gusto, sino necesidad, y eso los hará más humildes, compresivos y activos con lo que pasa en el mundo exterior.

Por otro lado, la emigración fue un fenómeno que impactó en España con fuerza, y un grueso de sus ciudadanos fue reticente a aceptar que un ecuatoriano, peruano, rumano o colombiano, se adentraran en su sociedad por una cuestión de principios, recelo o desconfianza.

La fuerza motriz del desarrollo de España en la última década se dio gracias a la llegada de miles de extranjeros, en su mayoría latinoamericanos y africanos, que trabajaron en la pujante industria de la construcción, los servicios y el turismo. Muchos de ellos, a veces, “toreando” insultos y vejaciones.

Como en la década de la Guerra Civil o las postrimerías del franquismo, los españoles se ven obligados hoy a huir de la crisis llegando a Alemania, Francia y América Latina para salvarse a sí mismos y a sus familias. No es casual que el dinero que los trabajadores en el extranjero envían hacia España batiera su récord el año pasado, al alcanzar los 5.702 millones de euros. El número de españoles que viven en el extranjero ha crecido 23% desde que comenzó la crisis, de 1,4 millones en 2009 a 1,8 en enero de 2012, según datos del INE español.

Hoy las naciones que miles de españoles ayudaron a salvar dándole trabajo a sus nacionales, están mucho mejor que hace dos décadas. Son economías pujantes y dinámicas, y están dispuestas a abrirle los brazos para acogerlos sin recelos, es una muestra de compasión, principio, pero también de solidaridad frente a lo que ha sido común y siempre se sale: las crisis.

Foto de las protestas en Madrid por parte de los bomberos (AP)

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