La obsesión por una imagen de Fidel




Todos querían ver una fotografía de Fidel Castro. Si no había una imagen significaba que los gusanos estaban haciendo festín con los restos del último dictador de América, a cuatro metros bajo tierra. Retratado y hasta con artículo de opinión de puño y letra, dicen ellos, el exgobernante cubano ha comprobado que las viejas pasiones que levantaba su figura siguen teniendo la fuerza de antes. Y eso tiene varias razones. 

Como ha sido costumbre durante sus 54 años figurando en el poder, el expresidente cubano reapareció de su aislamiento renovando su vieja estrategia de ausentismo para crear zozobra en la población como un termómetro social.


Lo particular en esta ocasión fue que los rumores de su muerte salieron desde Caracas, lo que demuestra qué tan enquistado está en la vida venezolana lo que ocurre en Cuba y con las figuras que ostentan el poder. La compenetración es un tanto peligrosa, pero se logra comprender por el miedo que despierta el hecho de que Venezuela calque por completo el modelo "fidelista". 

Castro desmintió este lunes 22 de octubre los rumores que durante semanas rodaron sobre su mal estado de salud e incluso muerte, luego de haber aparecido fugazmente el sábado junto al exvicepresidente venezolano Elías Jaua, en un encuentro que terminó por convertirse en una "fe de vida" del líder cubano.

De "insólitas estupideces" y "mentiras" catalogó Castro, de 86 años, los comentarios sobre su salud, en un artículo publicado ese lunes en la prensa cubana titulado "Fidel está agonizando", el cual fue acompañado por fotografías del exmandatario, bastón en mano. 

La ausencia "física" de seis meses del líder cubano, así como el hecho de que no publicara sus "Reflexiones" desde junio de 2012, alimentó rumores de su complicación o deceso.

En el artículo de ayer, el líder cubano se mofó del que llama "presunto médico" venezolano José Rafael Marquina, quien desde Miami, EEUU, expresó el jueves pasado que Castro se encontraba "muy cercano al estado neurovegetal".

El hermetismo que rodea la vida de Fidel siempre ha servido para medir los ánimos e ímpetus de los cubanos, dentro y fuera de la isla, ante lo que puede acarrear su muerte.

Que el mayor de los Castro haya desaparecido mediáticamente durante seis meses -la última vez que se le vio fue en marzo junto al papa Benedicto XVI-, y que ahora reaparezca tras el peso de los chismes, no es garantía de que no estuviera en malas condiciones o al borde de la muerte. 

"En un país autoritario y cerrado como es Cuba nunca sabremos toda la verdad hasta que lo entierren", advertía Tomás Bilbao, académico del think tank Cuba Study Group, con base en Estados Unidos.

"Lo que acaba de ocurrir es una vieja fórmula de jugar con su pueblo y con la opinión pública" para depurar, filtrar o conocer reacciones", dice Bilbao.

Sin embargo, el presidente Hugo Chávez, nunca dejó de hablar estos meses sobre Fidel.

Cinco días antes de las elecciones del 7 de octubre, comentó que había recibido cartas de su "padre político". Hace una semana uno de los hijos del líder cubano aseguró posteriormente que el exgobernante "está muy bien y haciendo ejercicios", acallando los rumores.

Un elemento frente a esto es que la opinión pública pedía más (o no les creía). Y es que una foto de Castro se ha convertido en un fetiche mediático, por aquello de que una imagen vale más que mil palabras.

Para algunos analistas, esa ausencia de Castro servía, tanto en La Habana como Caracas, para que la oposición en ambos lados se plantearan escenarios tomando en cuenta que estaba en juego la reelección del presidente Chávez.

El estrellato de Jaua 
Que fuera Jaua quien apareciera junto a Fidel para mostrar que "estaba vivo" no es de extrañar en plena coyuntura electoral, en la que el exvicepresidente apunta a conseguir la gobernación del estado Miranda.

Un retrato o una conversa con el "padre político" de la Revolución Bolivariana puede apuntar a proyectar su imagen y dar el aval suficiente de fiable y obsecuente socialista.

"Estuvimos cinco horas conversando sobre agricultura, historia, política internacional y, bueno, está muy bien Fidel", dijo el candidato a gobernador.

Para Carlos Alberto Montaner, escritor cubano en el exilio, "no tiene sentido suponer que Raúl Castro esconderá la muerte de su hermano. ¿Con qué objeto? Él tiene en sus manos... los resortes del poder", escribía en El Nuevo Herald.

"A estas alturas, lo extraño no es su muerte, sino su terca insistencia en mantenerse vivo", plasmaba el intelectual cubano.

Para Montaner desde el punto de vista psicológico, la muerte de Fidel tiene mucha importancia. "Tres generaciones de cubanos han nacido y crecido bajo su sombra . Aunque todo el mundo espera su muerte, la noticia será un mazazo y el régimen hará todo lo que esté a su alcance para subrayar el dolor de la población, como hicieron en Corea del Norte cuando murió Kim Il Sung o en España tras la muerte de Franco". La pregunta es que ocurrirá en Venezuela ese día y como esa noticia impactará en el presente y futuro del país. 

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