El chavismo ario


Esquema aplicado por los nazis para clasificar a la raza aria
La obsesión de depurar y perfeccionar el “chavismo ario” ha desatado la peor cacería política que se recuerda del proceso de Hugo Chávez desde 2004 con la ignominiosa “Lista Tascon”.

La historia de la persecución política desde los tiempos de Roma siempre tiene la misma característica: castigar. Lo que ha quedado comprobado es que, por más que se esfuercen los represores en hacer cambiar de parecer a quienes eran suyos y ya no lo son, menos lo lograrán. No hay marcha atrás.

Los nazis fueron el más espantoso movimiento que se pueda recordar en la historia moderna de la humanidad. Organizaron sistemáticamente la aniquilación de la raza judía por miles de razones absurdas. Ellos, entiéndase los nazis, dejaron una herencia en lo que se refiere al hostigamiento, la represión, el odio. La industria del miedo hoy obtiene parte de sus ganancias de esos doce años que duró el régimen de Adolfo Hitler.


Como recordar es vivir, y tomando en cuenta las historias que se están dando en Venezuela en las calles, en la administración pública, en las casas, en una especie de purga stalinista de tufo nazi contra quienes votaron contrario al Gobierno, los relatos de los sobrevivientes del nazismo sobre los albores de aquellos pogromos donde también evangélicos, testigos de Jehová y homosexuales de Europa fueron acosados, demostrará que en cualquiera de sus formas, la represión, el hostigamiento siempre tienen el mismo fin: acabar con la esencia humana.

Los testimonios de Primo Levi dentro de la historia de un convulsionado siglo XX, son una herencia del horror. Sobreviviente del Holocausto y del campo de exterminio de Auschwitz, cada “anécdota” fue una crónica de horror de lo que es sentirse perseguido. Como una tarea imperiosa, consagró su vida después de liberado, a relatar, a darle nombres a quienes fueron hombres, pero quedaron reducidos a simples número como ecuación matemática indeterminada, porque sus experiencias son incomparables aún.

La historia caribeña de persecución política en Venezuela no es nueva, cada Gobierno en sus distintos modos lo aplicó, pero hoy es sistemático, organizado, público y abalado con honroso orgullo. Ese es el inconveniente de fondo, que como los nazis en 1933, los alemanes avalaron luego la quema de Sinagogas, la destrucción de comercios y la clasificación por colores de las víctimas.

Los venezolanos que aúpan esa persecución son tan similares a aquellos alemanes que no pueden ni reconocerse a sí mismo lo que hacen. Están ciegos por el fanatismo, la obsesión reducida del poder.

Amos Oz, el genio de la literatura israelí, reflejaba que la mejor cura contra el fanatismo era el sentido del humor y que jamás había visto en su vida un fanático con ese “don”. El gran inconveniente es que los fanáticos en este lado de la Tierra se ríen, disfrutan de lo que hacen, y es precisamente ese buen humor, tanto de la víctima y el victimario, lo que hace que la gravedad del problema no se mida aún. ¿El remedio? La sociedad venezolana debe darse cuenta de hasta dónde está llegando por los fanáticos; que tarde o temprano, sistemáticos actos de violencia moral terminarán por generar una hemorragia social que nadie podrá curar.

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