La nueva diáspora china en Venezuela


Venezuela tiene la segunda mayor comunidad de chinos de América Latina
Liu Chang, de 31 años, arrastra un castellano con acento guaro sobre su materna lengua china. Llegó a Barquisimeto desde la provincia de Catón, en noviembre de 2002. Las únicas palabras que conocía cuando entró a Venezuela por Maiquetía eran un pausado "¡Buenas tardes, hola!". Nada más.


Trabajando 15 horas diarias en la quincalla de unos tíos, oyendo radio y salsa para aprender español, durmiendo en los pasillos del negocio, Chang, como tantos miles de sus paisanos, hoy tiene su propio negocio en Candelaria, está casado, tiene hijos venezolanos, y los deseos de seguir trayéndose a sus familiares a una nación que se jacta de decir le "gusta bastante".



Venezuela, con la segunda mayor comunidad de chinos de América Latina, es testigo del mayor relevo generacional de su diáspora china, un hecho que por diversas razones ha sido beneficioso para el país aunque los nuevos cambios implican desafíos comprometedores.


Para 1939 había en Venezuela 20 chinos dispersos entre Caracas, Valencia, Barquisimeto y Zulia, revela el Instituto Nacional de Estadística (INE). Ya para el censo de 2000 reportaba una población de 9.854 ciudadanos de ese país, la mayor comunidad asiática residente.



Pero en la última década la población china creció 57%, pasó de 9.854 a 15.456, según el censo de 2011, un cifra que pocos comparten, entre ellos, la propia comunidad y los sinólogos.



"No somos 15 mil chinos, lo aseguro. Llegamos a unos 400 mil o más siendo la mayoría catoneces", dice Antonio Lee Ng, que a sus 70 años -44 de ellos en el país-, es presidente de la Federación China de Venezuela, una autoridad en lo que respecta a esta vasta comunidad.



"¿Quince mil? Quizá solo en Caracas. En Maracaibo, Valencia, Barquisimeto y Zulia están las comunidades de paisanos más grandes que vienen de Enping", población que está en la región de Guangdong, acota.



Estudios cuantitativos estiman en 450 mil los chinos en Venezuela, que por detrás de Perú -con 1.5 millones-, acoge la segunda comunidad de este origen más grande de América Latina, destaca el sinólogo español Marc Selgas Cors, doctor en estudios interculturales.


Amparado en un estudio de la diáspora china en la región, de la Universidad Autónoma del Estado de México, revelaba, además, que los primeros chinos se asentaron en Venezuela a postrimerías de 1900.



Maiquetía y los negocios 

"Mis paisanos vienen en grandes grupos, solicitan la visa de negocios en la Embajada venezolana en China y listo... porque venimos a eso, a hacer negocios, trabajar", defiende Lee.


Además, buena parte de esa nueva diáspora, a diferencia del pasado, ahora es instruida. Son ingenieros o técnicos que representan una clase media que está dirigiendo en Venezuela empresas y corporaciones, en su mayoría vinculadas con el Gobierno, por la estrecha relación comercial entre ambos países.



"A la inmigración china no hay que temerle", apunta Selgas Cors. "La perspectiva imprescindible y necesaria para analizar las comunidades asiáticas en Venezuela debe ser global y transnacional", acota.



A Gustavo Hons en agosto le llegarán su hermano y su cuñada con sus dos hijos, ellos trabajarán en algunas de las más de 3.200 quincallerías y restaurantes que esta comunidad tiene por todo el país, según los datos arrojados por el Seniat.

En Venezuela hay más de 3.200 locales de propietarios chinos
El mayor éxodo de chinos hacia Venezuela se dio a partir de 1960. Llegaron huyendo de la miseria desatada por la Revolución Cultural de Mao Zedong.



Ahora, esa generación, algunos ya ancianos, están viajando con sus hijos o nietos a China para comprar, descansar o animar a más 'paisanos' que sueñan con estas tierras.



"Aquí se hace mucho dinero, la cosa es que prefiero trabajar con paisanos, los venezolanos son flojos y piden mucho", dice sin tapujos Liu Chang, que en su quicallería no tiene ni a un venezolano contratado.



De acuerdo a Octavio Campos, directivo de Fetraconstrucción, unos 30.000 obreros chinos estarían en el país trabajando en malas condiciones para las empresas chinas que construyen para Misión Vivienda.



"La información que tenemos es que muchos son presos chinos, pero ninguna de estas compañías nos ofrece aclaratoria... si los chinos quieren trabajar aquí tendrán que hacerlo pero respetando nuestras leyes", advierte el sindicalista.



Lee recuerda que "vino muy pobre... llegué a Venezuela en 1969 y en este país había trabajo, dinero... pero la cosa ha cambiado para mal, sobre todo con la inseguridad ¡Pero yo no me regreso, ya soy venezolano!".



De San Francisco de Yare a Santa Elena de Uairén pasando por Punta de Mata, los chinos se expanden sin timidez con la inquietud para muchos de que tienen ansias colonizadoras. Lo que se está viendo con ellos es un hecho de carácter global del que se debe aprender de las experiencias.

"Hay que fijarse en estos nuevos inmigrantes chinos. Seguramente se podrán clasificar en tres tipos de inmigrante", agrega el sinólogo español. 

"El que viene a trabajar con un puesto de poca cualificación (trabajos poco cualificados o en restaurantes); los que inmigran por la reagrupación familiar, es decir, personas de segunda o quizás tercera generación que vienen a reencontrarse con familiares que llegaron a Venezuela a finales de los noventa y durante este nuevo milenio; tercero, la gente de élite, grandes empresarios que se instauran en Venezuela buscando mercados y oportunidades", 



La clave frente a esta nueva realidad es que las autoridades hagan cumplir las leyes y se sirvan de las virtudes de esa nueva diáspora multifacética. Al fin de cuentas el país progresó en el pasado gracias a esa legión de chinos emprendedores.


El presente post es la ampliación de un reportaje publicado el 8 de julio de 2013 en el El Universal de Venezuela 

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